Hola desastrosos:
Creo que hoy es uno de los días más
felices de mi vida. Me he enterado de que he ganado el 2º premio en
un concurso regional!!!!!! Antes de nada voy a explicarlo más
sosegada y calmada. Aunque creo que no puedo ;). En toda Andalucía
han hecho un concurso de historias sobre la solidaridad. Hay dos
fases: la provincial y la regional. En la fase provincial de Córdoba
he quedado segunda, por lo tanto el premio que he ganado es una vídeo
cámara digital :). Es increíble !!!!! Todavía estoy alucinando. Me
da miedo que si me pellizco todo esto solo será un sueño y me
despertaré con un moratón. Aaaaaaahhh!!!! Aparte de un círculo medio morado en
mi antebrazo nada ha cambiado, eso por lo menos significa que si que
he ganado el premio. El lunes en Córdoba en un lugar cuyo nombre no
me sé me lo entregan junto al primer@ y tercer@ de la provincia.
Además el 5 de diciembre en Sevilla en un sitio que no sé, se hace una
ceremonia y van todos los premiados ya sean de una provincia u otra.
Lo malo es que hay gente delante en la entrega y en lo otro. Yo soy
más bien tímida. Mi familia ( Inés incluida) y alguna que otra
amiga viene, eso me tranquiliza un poco, pero no mucho.Estoy muy
nerviosa, espero no fastidiarla :(. Os voy a dejar la historia aquí
debajo, por desgracia es algo larga, espero que os guste y que la disfrutéis. Espero no fastidiarla en la entrega de premios. Deseadme
suerte. Chao.
LOS OJOS DE LA TRISTEZA
A
Ángel el viento le revolvía el pelo negro y se lo llenaba de arena,
pero a él no le importaba. No podía apartar la vista de ella. Su
pelo moreno ondeaba al viento y sus preciosos ojos color miel que
miraban por la ventana del jeep relucían como topacios, tenía la
piel morena del sol de Madrid, sus labios eran rojos y delgados, iba
vestida una una camisa de manga corta blanca y unos pantalones pirata
marrones que se le ajustaban perfectamente a sus esbeltas piernas. La
arena le entraba en los ojos castaños y tuvo que dejar de mirar a su
bella acompañante. Todavía no podía creerse todo lo que había
pasado hasta llegar allí. Había cogido un avión desde Madrid a
Argel en Argelia. Luego alquilaron un jeep para ir a Addis Abeba la
capital de Etiopía, su objetivo. Y todo eso solo lo había hecho por
complacer a su amiga.
Desde
que eran pequeños, de unos 8 años, Azahara siempre se ha preocupado
por la pobreza de los países africanos. Desde esa edad empezó a
donar muchos objetos y alimentos a las ONG. A Ángel siempre le ha
parecido que Azahara estaba obsesionada pero desde los 12 años ha
estado enamorado de ella y por eso ahora la está siguiendo en su
locura de idea de ir a Etiopía. Pero toda esta historia empieza
muchos años después.
Cuando
Azahara cumplió 18 años se independizó y dedicó 4 años de su
vida
trabajando
en Manos Unidas de Madrid. Durante el año siguiente Azahara estuvo
planeando el viaje a Etiopía. Ángel no entendía por que Azahara
estaba tan obsesionada con la beneficencia, él no piensa que eso sea
lo correcto, él cree que hay que darle trabajo a las personas para
que se puedan ganar la vida y no dárselo todo en bandeja de plata.
Pero Azahara desde los 8 años ha tenido la necesidad de ayudar a los
demás.
Pero
todo la historia empieza un poco antes. Azahara de pequeña era una
niña bastante caprichosa, quería siempre los más novedosos
juguetes y la ropa más chic. A sus padres no les importaba ya que
poseían un gran capital. Pero todo eso cambió un día que Azahara
volvía del colegio con una niñera. Justo en la esquina de su
edificio había un niño más o menos de su edad con la piel marrón
chocolate, el pelo negro rapado a cero y unos enormes ojos castaños
inundados en tristeza. Las pocas ropas que llevaba, a pesar de ser
invierno, le quedaban muy anchas y apenas le tapaban. La camisa de
manga corta dejaba ver unos escuálidos brazos extendidos buscando
alguna limosna para tener un bocado que llevarse al estómago. Mucha
gente puede pensar que esa visión no es gran cosa y que hay un niño
o niña como aquel en cada esquina pero para Azahara ese niño cambio
su visión de como era el mundo.
Empezó
a pensar que había muchos niños como aquel que vivían así, aunque
no se puede decir que eso se le pueda llamar vida, mientras ella
tenía todos los manjares que quisiera y toda la ropa que deseara.
Desde aquel mismo instante Azahara cambió por completo. Lo primero
que hizo nada más llegar a su casa fue coger toda la comida que
podía llevar y varios abrigos bajo hasta la calle para entregarle
todo a aquel pobre niño.
Cuando
la niña vio la cara de felicidad de aquel niño se sintió
enormemente feliz, mucho más feliz de lo que se sintió al conseguir
su muñeca favorita. Desde ese mismo instante Azahara dedicó toda su
vida a ayudar a cualquier desgraciado fuera de la edad que fuese.
Conoció a Ángel en una recaudación de juguetes para niños pobres
cuando ella tenía unos 10 años. Se conocieron en un parque que
había justo al lado de la iglesia donde recaudaban los juguetes.
Azahara se fijó en él por que era muy guapo. Tenía los ojos
castaños como el chocolate que miraban de una forma pícara y
divertida y el pelo del mismo color, era bastante alto y atlético,
no ha cambiado desde ese día en que se convirtieron en amigos
inseparables. Ahora Azahara desde la parte trasera de ese jeep mira
las dunas de un desierto cuyo nombre no recuerda. Cierra la
ventanilla y echa un vistazo a su amigo. Parece que se ha dormido.
Ella recuerda el día en que se conocieron, realmente su amigo no ha
cambiado nada. Vuelve a mirar por la ventana y a lo lejos cree
vislumbrar la ciudad de Addis Abeba. Con un leve zarandeo despierta a
Ángel:
-Ya
estamos llegando así que procura no dormirte.- dice mirando como su
amigo se despereza.
-Ahora
que consigo dormirme. Soy un gafe en toda regla.- dice con una mueca
en la cara.
Azahara
sonríe y se vuelve. Efectivamente queda poco para llegar a su
destino. Al cabo de 20 minutos llegaron a la gran ciudad. El jeep los
dejó a las afueras. Pero el centro de la Cruz Roja solo estaba a un
par de manzanas de allí. Al llegar pensaron que se habían
equivocado por que había una enorme cola de gente en la puerta. Pero
efectivamente ese era el edificio que buscaban ya que una enorme cruz
roja en la fachada les indicaba que ese era el lugar. Se acercaron a
un par de mujeres con sus hijos en brazos:
-Perdonenos
señoras pero, ¿donde hay que ponerse o ir al voluntariado?- dijo
Ángel con una sonrisa.
-¿Sois
voluntarios?- dijo una de las mujeres a la que se iluminaron los
ojos.
-Si
lo somos, ¿por donde es?- preguntó Azahara.
-Por
aquella puerta.- dijo la otra mujer señalando una puerta apartada en
un extremo de la fachada.
Ellos
se dirigieron a esa puerta sin más demora. Al atravesar la puerta se
encontraron en una estancia pequeña en la que había un mostrador
blanco y detrás había una mujer con cara desesperada. Al entrar
miró con desgana hacia la puerta y al vernos sus ojos brillaron.
-¿Son
voluntarios?- dijo con esperanza.
-Si
lo somos.- dijo Azahara antes de que Ángel abriera la boca.
-¿De
que rango?- al ver nuestra cara aclaro.- ¿Para niños o adultos?
-Niños.-
contesto Azahara una vez más.
-Pasen
por aquí.- dijo señalando una puerta a su derecha.
Ellos
entraron por la puerta y el panorama era desolador. Todas las
camillas estaban medio rotas y sucias. Había grandes capas de polvo
cubriendo el suelo. Los niños estaban acostados sobre las maltrechas
camas. La única persona que vigilaba ese lugar era un hombre más o
menos de su edad, de pelo rubio platino y ojos azules como el mar.
Era
bastante alto y Ángel tuvo que admitir que tenía una sonrisa
preciosa. Y sostenía un bulto envuelto en mantas. En cuanto se dio
cuenta de la presencia de los dos jóvenes se acercó a ellos. Se
dieron cuenta conforme se iba acercando que el bulto envuelto en
mantas era un niño pequeño. El chico tendió el niño hacia Ángel
con intención de que lo cogiera. Él lo cogió y mientras el chico
se iba atrás a por una ropa más adecuada par trabajar allí, Ángel
miró al niño que le devolvió la mirada. El niño era muy pequeño,
Ángel tenía la impresión de que se le podía escurrir entre los
brazos. Su tez era negra, tenía el pelo rapado al cero, su cuerpo
totalmente esquelético hacía que al cogerlo se te clavaran todos
los huesos de ese pequeño cuerpecito. Pero lo más impactante eran
sus ojos. Eran muy grandes, de un color marrón claro y expresaban
una tristeza inmensa. Ángel nunca había visto unos ojos que
reflejaran tanta hambre y tristeza. Esa mirada cambió la forma de
pensar de Ángel. Entonces sin previo aviso Azahara besó a Ángel.
De la impresión Ángel no supo reaccionar. Desde ese beso que unió
a Ángel y Azahara empezaron a emplearse a fondo en ayudar a otras
personas. Juntos crearon su propia organización benéfica y todavía
siguen ayudando a todo tipo de personas y son muy felices juntos.
Gracias a ellos muchas personas consiguieron un techo bajo el que
vivir y comida para mucho tiempo. Esto demuestra la necesidad del
voluntariado en las ONGs.
Rosa
¡FELICIDADES! ¡Precioso relato! no me extraña que te dieran el premio, sigue así
ResponderEliminarMuchas gracias. Estoy muy orgullosa de el y espero escribir muchos más así.
EliminarRosa
No me extraña que te hayan dado el premio, lo increíble es que no haya sido el primero. Sigue así
ResponderEliminarMuchas gracias. Se hará lo que se pueda ;).
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